LA CULPA FUE DEL
“CHA-CHA-CHÁ”
"Cuando el infierno son los otros, el paraíso no es uno mismo" Mario Benedetti
Los españoles nos estamos convirtiendo en auténticos expertos "culpadores". Es el nuevo deporte nacional (un remake para cuando las cosas no funcionan, diría yo). Mientras buscamos culpables nosotros dejamos de serlo y dejamos de sentirnos responsables, dos pájaros de un tiro… y conciencia limpia. Porque culpar es rentable (o eso creemos), y lo practicamos con alegría y descaro desde la política hasta el último rincón de la sociedad mientras el país se tambalea y los buitres sobrevuelan a la espera del desmayo.
“Los
políticos tienen la culpa”, dicen muchos. Claro, como si no los eligieramos nosotros.
Pero en el arte de exculparse no tenemos rivales, y cuentan otros que ellos no
votaron a los que nos están llevando a la ruina. Así que hagamos un repaso de
culpables:
Zapatero tuvo la culpa de la crisis y de la
herencia dejada; Rajoy tiene la culpa de que España se hunda y de mentir; el
BCE tiene la culpa por no actuar como un verdadero Banco Central; Merkel y los
bancos alemanes nos persiguen; y los mercados se ceban con la crisis de la
deuda. Y es que la “pobre Caperucita" no vio al Lobo venir.
Ya que estamos metidos en el
tema, contemos culpables. Si exceptuamos a los niños como en las guerras (las
mujeres y mayores aquí no se salvan) contamos unos 36 millones de ciudadanos.
Once millones de culpables votaron a Rajoy, pero es que siete millones votaron
a Rubalcaba (ex-vicepresidente del Gobierno anterior y precursor de las mismas
políticas que matienen en tan “paradisiaca”situación al país). Ya hay 18
millones, aunque seguro que hay más. Sigamos, porque están los que no
votaron: “culpables por omisión”; y los que votaron a CIU, PNV, Amaiur o ERC,
por supuesto, culpables por nacionalistas o arbertzales.
Entre unos y otros sumamos unos doce millones, y ya van 30. Pero como
buenos inquisidores sigamos buscando herejes. Están también aquellos que vivieron por encima
de sus posibilidades; tenemos a los que especularon a pequeña escala en el
sector inmobiliario; tenemos a los empresarios; a los que defraudan a Hacienda
(empresas y trabajadores); no debemos olvidarnos de los sindicatos, de los
funcionarios y de los “perroflautas” que no aportan nada al Estado; y, por
último, están los culpables estrella: los bancos y las cajas (de los cuáles
nadie es cliente). Seguro que en esta última ronda algunos repiten como culpables,
¡qué cabrones!
Estoy convencido que con un poco
de ayuda encontramos a muchos más culpables, pero nosotros nunca seremos uno de
ellos.
No pretendo con todo esto
exonerar a todos de culpa, ni mucho menos dar entender que todos somos igual de
culpables. Evidentemente, por razones obvias de poder y capacidad de acción, hay
quiénes han tenido y tienen mucha más responsabilidad de lo que está sucediendo
que la gran mayoría de los ciudadanos, y es nuestra obligación exigir cambios. Pero hay que aceptar que debemos empezar por nosotros mismos, actuando de forma
responsable y coherente, más allá de partidismos y oportunismos, de forma que
podamos ser un ejemplo para otros y que construyamos cimientos nuevos, abandonando
esa cómoda idea de que la casa se puede reformar desde arriba. A aquellos pocos
que ya lo hacen, felicidades.
No olvidemos que el que culpa no
es culpable y hace culpable a otros, a la vez que hacemos complices en nuestra
búsqueda de culpables, porque nadie quiere serlo; y entre culpa y culpa nadie
es culpable, ni responsable, con lo cual todo sigue igual…de MAL.
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